Aunque es cierto que ya se conocía que el ejercicio físico protege frente a la depresión inducida por estrés, hasta ahora no se conocían los mecanismos que explicaban este efecto.
Un reciente estudio del Instituto Karolinska parece haber encontrado la respuesta. Según este estudio el ejercicio físico introduce cambios en el sistema músculo esquelético que puede ayudar a eliminar de la sangre una sustancia que se acumula durante el estrés y que se sabe resulta perjudicial para el cerebro.
A pesar de ser una enfermedad muy común en todo el mundo (la OMS estima que más de 350 millones de personas la padecen), poco se conoce acerca de ella. Pero ahora, gracias a este estudio se da un paso más en el conocimiento de esta enfermedad.
El estudio reveló que la proteína PGC-1α1 aumenta en el músculo esquelético cuando se realiza esfuerzo físico. Los científicos compararon entre ratones modificados genéticamente para tener altos niveles de PGC-1α1 y ratones corrientes, a los que sometieron a ambientes estresantes e interrumpieron su ritmo circadiano (sueño/vigilia). Tras cinco semanas los ratones corrientes habían desarrollado un comportamiento depresivo, mientras que los modificados genéticamente no presentaron síntoma depresivo alguno.
Los investigadores descubrieron también que los ratones con mayores niveles de PGC-1α1 en el músculo también tenían cifras más altas de enzimas KAT, las cuales se encargan de convertir la sustancia formada durante el estrés (quinurenina) en ácido quinurénico, un compuesto incapaz de traspasar la barrera hematoencefálica.
Los investigadores demostraron que cuando se administraba quinurenina a los ratones normales éstos desarrollaron un comportamiento depresivo, mientras que los ratones con altos niveles de PGC-1α1 en el músculo no se vieron en ningún caso afectados.
Los resultados del estudio también podrían abrir una nueva vía farmacológica para el tratamiento de la depresión.